ALERGIA A LA PROTEÍNA DE LA LECHE DE VACA
La alergia a una o más proteínas de la leche de vaca, APVL, como dicen los padres, es una enfermedad insoportable para el lactante, costosa de tratar y a veces grave. El niño tiene llantos inconsolables por dolor abdominal, que se recordarán por años.
La proteína láctea que crea más problemas es la caseína, si bien en algunos casos puede ser una lacto albúmina la alergénica.
Le enemistad de muchos lactantes con la leche de vaca viene de siempre. Costumbres centenarias como aprovechar sólo el suero de la leche, cocerla, diluirla con agua, acidificarla con unas gotas de limón, se pueden considerar las primeras medidas efectivas para mejorar la digestibilidad de la leche de vaca entera y hacer que el lactante la tolere con menos cólicos. Hoy, la industria hace procesos semejantes, pero con técnicas cada vez más sofisticadas.
Hay casos en que esta alergia se expresa en la piel dando origen a dermatitis atópicas o en el aparato respiratorio. Se trata de cuadros de un amplio espectro clínico, como la rinitis alérgica o un asma perenne. Algunos niños pueden tener las tres expresiones simultáneamente.
Hay varios síntomas que hacen al pediatra sospechar una APVL:
1) Si el lactante se alimenta con leche de tarro, en vez de pecho materna.
2) Lactantes en edades comprendidas entre pocos días y dos años.
3) Llanto incoercible, especialmente en la noche, que se atribuyen a “cólicos”.
6) Deposiciones con sangre.
7) Vómitos y regurgitación casi permanente.
8) Mala respuesta a los antiespasmódicos y gotas anti-reflujo.
9) Asma y rinitis alérgica.
10) Dermatitis de curso crónico.
Esta alergia se desencadena la producción de IgE en el niño. Al ser globulina E, la respuesta es rápida: Por ejemplo, en la tarde el bebé tomó una mamadera porque la madre tardaba en llegar y pocas horas después está con un dolor abdominal que no cede a ningún remedio.
Aunque la carga antigénica contenida en los alimentos sea alta, el tejido linfático intestinal es capaz de discriminar entre los alimentos “convenientes” y otras sustancias nocivas, desarrollando el mecanismo conocido como “tolerancia”, que significa que con los años el lactante tendrá menos o ninguna alergia a este alimento.
El niño alimentado exclusivamente al pecho está mucho más protegido, porque no sólo la leche de su madre tiene menor cantidad de caseína ovina incorporada a su calostro por ingerir leche de vaca, sino que permite el desarrollo de la flora intestinal bífida que forma una película protectora en el intestino infantil.
El diagnóstico de APVL se puede hacer de varias maneras, siendo la más recomendada o “gold estándar” suspender todo vestigio de leche de vaca al niño y a la madre por 10 días, debiendo notarse una clara disminución de las molestias hasta casi desaparecer. La leche de vaca durante este período se reemplaza por leches de origen vegetal o leches de vaca hidrolizadas o aminoacídicas. O sea, es la sofisticación industrial de lo que hacían nuestras abuelas, al dejar reposar la leche de vaca para reservar solo el suero que casi no tiene caseína, hervir la lecha a ebullición o empezar precozmente con los riquísimos postres de leche asada, porque con la cocción la lecha se desnaturaliza.
Si efectivamente se trata de una ALPV se mantiene con alimentos libres de esta proteína tanto a la madre como a la guagua por un período variable de algunos meses. Hacia los dos años se van introduciendo paulatinamente leches bobinas más enteras. La “tolerancia” que mencionamos al comienzo, se encarga del resto.
Si la prueba de eliminación resulta efectiva, en un plazo de uno a dos meses de hace la contraprueba de incorporar nuevamente la leche supuestamente alergénica. Si reaparecen los síntomas, el diagnóstico está hecho. No se requiere de ningún examen de laboratorio. En estas circunstancias el médico debe elevar una solicitud a Fonasa o la ISAPRE del niño, para que se encarguen de entregar mensualmente la leche especial que el niño necesita. Usualmente de proporciona hasta un máximo de 4.5 kg al mes de fórmula extensamente hidrolizada o fórmula aminoacídica, en polvo.