EL TEMIDO MYCOPLASMA

Cuesta creer que la bacteria más diminuta, sin pared celular pueda causar tanto problema respiratorio en la población joven, especialmente en ciudades densamente pobladas.

A pesar de que este germen no cuenta con una pared celular que la proteja cuando está fuera del hombre, su único hospedador, se las arregla para causarnos mucho daño.

Para entender mejor el concepto imaginen que un cangrejo sin su caparazón quisiera atacarnos.  Imposible, tendría un cuerpo sin forma, que apenas podría desplazarse, condenado a morir en pocos minutos si sigue fuera del agua. Al Mycoplasma le pasa lo mismo. Fuera del aparato respiratorio del hombre, muere rápidamente.

No pasa lo mismo con las bacterias con pared celular que pueden permanecer fuera del ser humano varias semanas, conservando la capacidad de volver a infectar, si se le da la oportunidad.

El Mycoplasma pneumoniae sólo puede permanecer vivo si está en la vía respiratoria, principalmente jóvenes y niños, ya sea como parásito sin dar molestia o en el paciente con la enfermedad.

De ahí viene su nombre, que traducido desde el griego significa que vive en un huésped, obteniendo de él alimento y lugar para vivir. 

Este micro globo alargado se adhiere a las células del tracto respiratorio como una sopapa y luego de perforarla le vacía de todo su contenido.  Lo succiona, lo rearma, lo que le permite multiplicarse, infectando más células de la vía respiratoria, espacialmente los bronquios.  De ahí de la tos prolongada por semanas, sea uno de los síntomas más característicos de la neumonía por Mycoplasma.  

Mycoplasma con su aparato de succión en el extremo derecho con el que extrae todas las estructuras y nutrientes de la célula respiratoria huésped, para aprovecharlos para sí, Nótese la falta de pared o caparazón. Sólo una membrana.

Este microbio sólo puede vivir en el hombre y trasmitirse de una persona a otra porque el infectado las expele al toser.

Cada 4 a 8 años aparecen nuevos brotes infecciosos o epidemias, para enfermar principalmente a “la gente nueva” sin inmunidad.

Cuanto más se hacine la sociedad, los colegios de educación primaria tengan cursos cada vez más numerosos y los espacios públicos o el trasporte siga congestionado, más grandes serán los brotes.

La enfermedad empieza “de a poco”, cada día algo más de tos, fiebre no muy alta, dolor de cabeza y otras molestias, que afectan mucho al paciente.

Le edad es un dato clave que no se puede dejar de analizar. Ataca principalmente a niños y jóvenes. Es menos frecuente en lactantes.  En los pacientes con formas graves de Mycoplasma el promedio de edad entre los hospitalizados es de 7 años.

Radiografía de un paciente con neumonía por Mycoplasma. La flecha indica elementos de condensación. Pero, prácticamente, la totalidad de ambos pulmones está comprometido.

Habitualmente esta neumonía es muy “aparatosa” radiológicamente. Las imágenes presentan muchos elementos de neumonía, pero el paciente no se ve tan grave.  Su molestia principal son las semanas que lleva de tos.

Rara vez esta destrucción mutua entre la bacteria y las células respiratorias, genera un “caldo” altamente alérgico y el paciente empieza a tener fiebre alta, agravamiento de neumonía y lesiones cutáneo-mucosas, que deben encender la alarma, pues se puede tratar de una forma grave de Mycoplasmosis pulmonar.

Lesiones hemorrágicas en la boca y labios de un niño con una forma grave de neumonía por Mycoplasma.

La certificación de la neumonía se hace estudiando la respuesta inmune del enfermo.  Primero sube la IgM, propio de la enfermedad aguda en curso, para luego dar paso al aumento de la IgG, propio del paciente que ya se está mejorando para quedar muchas veces, como portador de la bacteria.

La ausencia de pared celular conlleva otra ventaja más a esta, aparentemente, desvalida bacteria: la penicilina y sus derivados que normalmente se administran para tratar las infecciones respiratorias no sirven, ya que actúan destruyendo las paredes, la caparazón protectora.  Al Mycoplasma no le pasa nada, porque no tiene esta estructura. Hay que usar otros antibióticos, que impidan que el agente rearme el “caldo” y pueda vivir de él.