GUÍA ANTICIPATORIA EN SALUD
La guía anticipatoria y el autocuidado en salud son iniciativas que ponen el énfasis en la responsabilidad de las personas para cuidarse a sí mismas, en el seno de la familia y en la promoción de una educación de los niños orientada a llevar una vida saludable y evitar accidentes.
Se trata de un enfoque nuevo: ayudar a tomar iniciativas propias sin esperar que todo descanse en los servicios sanitarios.

Esta guía es la herramienta de educación con que se hace realidad el autocuidado, a fin de favorecer comportamientos saludables en grupos etarios definidos como niños, adolescentes, adultos y mayores porque cada uno de ellos tienen conductas previsibles y están expuestos a factores de riesgo diferentes.
Nos detendremos en la situación del niño y el adolescente.
En todo el 1er año de vida, la familia actúa como el principal aglutinador psicosocial que va añadiendo, modificando o excluyendo experiencias y hábitos a fin de incorporar al niño en una cadena de seguridad que le permita prevenir lesiones y enfermedades.
Para prevenir estas situaciones es necesario conocerlas. Este es el sentido de la guía anticipatoria. Así, en la atención primaria el pediatra se transforma en un facilitador del proceso de aprendizaje, para que surjan de la propia madre y su familia las decisiones e iniciativas que favorezcan la salud del niño. Un ejemplo concreto es el recién nacido que ha tenido un buen parto. El niño debe ser entregado inmediatamente a su madre, para que interactúen en el contacto piel a piel. Cuando el bebé mira a su madre y reconoce su voz, usa dos mecanismos muy simples de apego que dejaran una impronta favorable para toda la vida.

Repasar con la madre hechos fisiológicos como el hipo, el reflujo gastro esofágico, la variabilidad del reflejo gastro-cólico, la descamación de la piel o el brote BCG y tantos otros, son hechos claves que ayudan a las madres a conocer mejor a su hijo.
¿Por qué los pediatras descuidamos la lactancia materna prolongada? No hay una explicación razonable, pero algo tiene que ver la presión subliminal que hacen las empresas productoras para alimentos de bebés. Es un problema que atraviesa horizontalmente las clases sociales y la cultura, pero es más acentuado en las sociedades en vías de desarrollo.

También hay que considerar la realidad de las familias monoparentales. Preguntar con discreción por el padre, si se trata de un ausente. En esta situación el binomio madre-hijo es de mayor riesgo y merecerá una atención preferencial que sobrepasa al equipo de salud y debe comprometer activa y decididamente a la sociedad. Una madre sola, peor aún, adolescente, es una madre desvalida, que no puede enfrentar por sí misma los cambios que trae el niño. No es posible que cumpla con su rol maternal en plenitud sin ayuda.
La otra gran etapa para ocuparnos de la guía anticipatoria es la adolescencia, en que adopta la forma de sugerencias o recomendaciones que transformen el auto cuidado en una herramienta indispensable para sortear adecuadamente los riesgos en un mundo donde las exigencias son cada vez mayores. Esta es la segunda etapa en que los procesos de crecimiento y desarrollo dejan espacio para la anticipación.

Debemos tomarnos el tiempo para averiguar sobres las horas de sueño reparador, como dormir unas 10 horas si el niño tiene entre 10 y 12 años u 8 horas si ya tiene más de 14 años; preocuparnos de la salud oral y una alimentación balanceada así como la percepción de una imagen corporal que lo deje conforme; el oportuno manejo del acné juvenil; el gusto por los deportes; entrenarse en un desenvolvimiento escolar sereno que le permitirá cómo manejar el estrés; la sexualidad responsable; el buscar maneras no violentas de resolver los conflictos y el uso prudente de las pantallas, aparecen como las grandes preocupaciones en las que debemos detenernos en la entrevista con jóvenes de diferentes edades.