MANEJAR LAS RABIETAS EN LOS MENORES DE 5 AÑOS

Las rabietas son demostraciones motrices repentinas y no planeadas de ira en el niño menor de 5 años. 

En la pataleta, berrinche o rabieta el niño se tira al suelo gritando, mueve los brazos o las piernas en forma descontrolada, llegando a interrumpir la respiración. Los padres se asustan. Luego les resulta incómodo o desagradable, pero nunca es una situación indiferente.

El berrinche para el menor es una expresión de su desagrado. Necesita afirmarse frente a su incapacidad por alcanzar algo, como una vitrina con juguetes, un tarro de golosinas o la imposibilidad de abotonarse una prenda, etc., etc.

Las rabietas tienen su ciclo. No pueden durar más de que los primeros años de vida. Si se prolonga, o en el examen del niño aparece alguna dilación psicomotora, hay que considerar que las rabietas son secundarias a cuadros psicoemocionales más complejos como el desarrollo de una personalidad obsesiva o un autismo infantil. 

También hay que analizar cómo reaccionan los padres a las pataletas del niño. Padres poco proclives a tener chiquillos mañosos, suelen actuar con una innecesaria severidad reprendiendo exageradamente al niño. Gran error. Sólo conseguirán acentuar más los síntomas. Hay que hacer lo contrario.

También es frecuente sentirse avergonzado cuando los berrinches se producen en público.

A veces la madre presiente que el niño reaccionará con una rabieta y puede anticiparse como, por ejemplo, si el chico no quiere acostarse, esperar un poco y hablarle de algo entretenido que harán la mañana siguiente. Otro ejemplo práctico es retirar de su alcance objetos delicados o herramientas ya que serán mucho menores las posibilidades decirles que eso no lo pueden tomar. También es efectivo retirar al niño de un escenario inconveniente cuando está frustradísimo por una situación que no podrá resolver. 

Si la rabieta ya está en desarrollo lo mejor es ignorarlo, asegurándose que no haya peligros. Los padres deben instalarse dónde el pequeño pueda verlos, pero deben seguir en lo que estaban haciendo y no dirigirle la palabra hasta que se calme. Si no hay otra opción que intervenir, debemos hablarle con voz pausada y en tono neutro. Jamás decirle “atado de mañas”, “niño impaciente” o tironearlo. Todo eso es negativo. Una vez pasada la pataleta hay que felicitar al niño por haberse calmado. Dígale, por ejemplo, que como padres sabemos que estabas enojado porque no podías abotonarte la camisa, pero ahora te podemos ayudar porque estás tranquilo y podrás aprender.

Para que esta enseñanza sea efectiva hay que predicar con el ejemplo, ya que los niños aprenden observando a sus padres. Hay que dar espacio para que el hijo vea que usted puede controlar calmada y serenamente sus propias emociones frustrantes. 

Fijar los límites justos en el comportamiento de un menor, no es fácil. Los padres debemos aprender a decir “no” cuando queremos decir “no”. Nunca cambiar de opinión o contradecirse con otros adultos. Lo único que conseguiremos es enseñarles que “no” a veces significa “si”.

¿Cuándo una rabieta es muy preocupante?

a) Si el niño mantiene este comportamiento más allá de los 5 años.

b) Si aparecen después de los cinco años

c) Si rompen los objetos o se terminan haciéndose daño

En estos casos hay que considerar la posibilidad que el niño tenga un problema psicoemocional o del desarrollo y requerirá de ayuda profesional.