AUTISMO EN LA NIÑEZ
El autismo (TEA)# es uno de los trastornos neurológicos más extraños, interesantes y frecuentes, porque afecta a cerca del uno por ciento de la población menor de 15 años, con grados variables de intensidad Es cuatro veces más frecuente en niños que en niñas.
En el fondo, se trata de un grupo de la población que tienen en común carecer habilidades para contactarse con la realidad exterior y tener una conducta repetitiva. La mayoría empieza con esta conducta disruptiva ya en la infancia.
Algunas madres se dan cuenta que su hijo es diferente, ya a los pocos meses de vida. Diferencias que lo acompañarán durante toda la existencia, dificultándole todos los aspectos de la vida relacional.
¿Cómo ayudarlos?
Con un diagnóstico precoz y un tratamiento multidisciplinario y bien coordinado. Solo así mejorarán los síntomas autistas, se facilitarán las habilidades cognitivas y se logrará la adaptación del niño a su entorno. No existe ninguna prueba biológica que asegure un cien por ciento que una persona tenga un TEA. El diagnóstico es eminentemente clínico, lo hace el pediatra durante la entrevista médica. Las pruebas psicológicos sólo permiten una aproximación.
Entonces, insistiremos en el conocimiento de los signos de alerta precoces y más específicos que debemos tener muy presentes.
1) Escaso contacto visual con la madre y familiares cercanos.
2) No responde a su nombre o, en ocasiones, parece no escuchar
3) Se resiste a los abrazos y las caricias.
4) Prefiere jugar solo. Se encierra en su propio mundo.
5) No puede mantener ni iniciar una conversación o, tal vez, lo hace solamente para pedir algo o nombrar elementos.
6) Cuando habla, lo hace con un ritmo monótono y voz mecánica, como un robot.
7) No expresa emociones ni sentimientos. Parece no ser consciente de los intereses de los demás.
8) Horror al cambio. Abordan las interacciones sociales de forma inadecuada comportándose de manera pasiva, agresiva o perturbadora.
9) Desarrolla rutinas y rituales específicos y se alteran con el mínimo cambio.
10) Pueden ser incapaces de participar en juegos de imitación o de simulación, aunque en solitario lo hagan impecablemente.
11) Se deslumbran con los detalles de un objeto, como las ruedas que giran en un auto de juguete, pero no entienden el propósito general o el funcionamiento del objeto.
12) Para complicar más las cosas, algunos niños pueden desarrollarse normalmente durante los primeros años de vida, pero luego se vuelven introvertidos o agresivos o pierden habilidades del lenguaje que habían adquirido.
Lo enumerado es parte del espectro autista. Cada niño tiene un patrón de comportamiento y un nivel de gravedad único y diferente.
Muchos niños con este trastorno tienen dificultades de aprendizaje, pese a tener inteligencia normal o alta. Pueden aprender con mucha facilidad, pero siempre tienen problemas para comunicarse y aplicar lo que saben y adaptarse a situaciones sociales cambiantes.Es así como a grandes genios se les ha reconocido signos de autismo. Mozart y Einstein pueden ser ejemplos.
El tratamiento exitoso es multidisciplinario y pone el énfasis en contribuir a incorporar al niño autista en el mundo relacional real, porque a medida que maduran, algunos niños con trastornos del espectro autista socializan más con las personas y muestran menos alteraciones del comportamiento.
#TEA: Trastorno de espectro autista