LAS PRIMERAS PALABRAS Y EL DESARROLLO DEL LENGUAJE

El lenguaje es la capacidad para comunicarnos. A través de él aprendemos a comunicarnos y desarrollamos nuestras capacidades sociales. Asimismo, es el aspecto del desarrollo en que más se fijan los educadores a la hora de aceptar al niño al colegio.

En la comunicación oral se pueden reconocer lenguaje propiamente tal, el habla y la voz. El lenguaje tiene que ver con los símbolos que representan significados compartidos por todos. El habla corresponde a la producción y percepción de estos símbolos de comunicación oral. La voz son las características acústicas de los sonidos, propias de cada uno de nosotros.

Así, cuando un lactante dice con significado “ma-má”, le está expresando a su madre algo con su lenguaje, una palabra que es comprensible y que significa un cariñoso vínculo filial. Esta comunicación la hace produciendo verbalmente la abstracción del vínculo afectivo con su madre que su intelecto logró desarrollar y para ello usó al menos dos sonidos bien articulados producidos con su voz. De esta manera el niño resume y expresa la cercanía afectiva e indisoluble con quien le dio la vida.

Lenguaje, habla y voz están estrechamente relacionados. Cuando se altera uno es probable que exista repercusión en los otros. También existe interrelación entre el desarrollo del lenguaje y el perfeccionamiento cognitivo global.

Una de las grandes alegrías de los padres es escuchar las primeras palabras de su guagua y no es para menos, ya que el lenguaje es la capacidad que más nos diferencia del resto de los mamíferos y más nos aproxima a la divinidad. Al principio era el verbo, señala el Evangelio.

La capacidad para comunicarse, que marcará un hito capital con la adquisición de la lectoescritura a los 6 años, seguirá progresando durante toda la vida, con un largo entrenamiento inconsciente. Las raíces de este desarrollo se reconocen ya en el vientre materno, cuando la madre le habla o le canta arrumacos a su guagua. Por ello es tan importante hablarle y cantarle canciones de cuna al nonato, recién nacido y lactante menor, aunque él no entienda. Esta práctica recurrente, hecha con cariño, dará insospechados frutos, porque el niño aprende primero a imitar sonidos hasta lograr articular las felices primeras palabras, para luego llenarlas de significado.

Para entender mejor el desarrollo de lenguaje hay que conocer los hitos o metas que están bastante estandarizados para todas las edades, culturas y lenguas, reconociendo que existe una dispersión no menor determinada por la herencia.

No todos los niños progresan igual. Incluso algunos vuelven a un período silente de un par de meses, para después ponerse al día con una explosión de palabras.

Para hacer un diagnóstico oportuno de un retraso del lenguaje hay que conocer bien las etapas del desarrollo de la comunicación que se señalaron previamente y evaluar este aspecto periódicamente durante los primeros 6 años de vida.

Asimismo, ciertos niños están más expuestos a tener un retraso del lenguaje, como son los prematuros, los que presentaron ictericia importante al nacer y quienes tienen malformaciones del paladar o el pabellón auricular.

Hay que destacar que cuando un niño se encuentra atrasado en lo primero que hay que pensar es que en un déficit de audición. Por ello, lo primero que hay que hacer es una evaluación auditiva, por la posibilidad que exista algún grado de sordera, la hipoacusia. El diagnóstico de hipoacusia está cada vez más simplificado y al alcance de cualquier bolsillo.

¿Y si la evolución no es feliz?

Reconociendo que hay gran variabilidad en la adquisición del lenguaje en los niños normales, es muy útil reconocer los indicadores de la no adquisición del lenguaje a una edad determinada. O sea, ya no se trata de los hitos que deben tener a determinada edad, sino preocuparse de aquéllos que si no están son motivo de alta ansiedad:

Cuando hay un retraso generalmente son los papás los primeros en advertirlo, quienes empiezan con un largo peregrinaje de visitas a diferentes médicos. Algunas veces, los médicos decimos “ya hablará el niño señora”, o “dele tiempo al tiempo”. El mejor consejo para los padres es que acudan a un pediatra que tenga experiencia en estos cuadros o a un otorrino especializado en este campo. Cualquiera de ellos empezaremos por hacer una evaluación audio métrica que se compone de tres pruebas complementarias que son:

a) Emisiones otacústicas. Que es screening auditivo principalmente para los recién nacidos.

b) Impedanciometría con evaluación auditiva. Que se utiliza en niños que tienen principalmente problemas como respiración bucal y,

c) Potenciales auditivos evocados del tronco cerebral. Que se hacen a cualquier edad y evalúan principalmente la sordera cortical.