OTROS ASPECTOS DEL DESEMPEÑO EN LA FRONTERA DE LA NEONATOLOGÍA

DESEMPEÑARSE EN LA FRONTERA DE LA NEONATOLOGÍA

2ª parte

Dr. Fernando Ruiz-Esquide E.
Neonatólogo. MBA Salud
Santiago, Junio de 2011

En este comentario me referiré a la inquietud que despierta entre los neonatólogos recibir a un prematuro que nace con menos de 500 gr. o presenta malformaciones graves. Como su incidencia es muy baja en el ámbito privado, podemos no estar preparados ni poseer una sistematización clara ni desenvuelta sobre cómo proceder en estas circunstancias. Esto hace que se produzcan improvisaciones y mal servicio que dejará insatisfechos a los padres.

Últimamente, en dos ocasiones me ha tocado contribuir a superar el desencuentro entre los papás y el pediatra por este motivo.  En ambos casos, se trataba de profesionales muy bien preparados, pero que  carecían de algunas competencias en el campo de las comunicaciones médico-paciente.

El bebé que nace con menos de 25 semanas de gestación y el recién nacido que presenta anomalías severas que ponen en entredicho si se inician o se suspendan las maniobras de resucitación neonatal, son un desafío ético para cualquier neonatólogo, sobre todo si estas condiciones concurren o se agrega la asfixia o la infección, como telón de fondo.

La sobrevida de los prematuros está estrechamente relacionada con su edad gestacional y con el uso de corticoides antenatales en aquellas madres que inician el trabajo de parto antes de las 34 semanas de gestación. Para Chile, en la actualidad, el límite razonable para intentar un manejo clínico intensivo está entre las 24 a 25 semanas de vida intrauterina o un peso superior a 500 gr.

La dificultad empieza cuando se desconoce la fecha precisa de la concepción y la madre está con un trabajo de parto que se traducirá en el nacimiento de un prematuro extremo en cuestión de minutos, no pudiéndose trasladar a la futura mamá a un centro de mayor complejidad. En estas condiciones las posibilidades de una reanimación exitosa son muy bajas. Además, queda por considerar la calidad de vida que se puede esperar si la creatura sobrevive.

En nuestro país no existe una reglamentación sanitaria al respecto, pero se ha empleado como guía el Código de Principios Éticos de la Asociación Médica Americana, que incluye los siguientes puntos para resguardar la vida de estos recién nacidos tan seriamente enfermos:

a) Probabilidad de que la terapia sea exitosa
b) Resultados con o sin tratamiento
c) Posibilidad de que la terapia extienda la vida, en caso de ser exitosa.
d) Dolor asociado a la terapia
e) Calidad de vida que puede anticiparse en un recién nacido con o sin tratamiento

El neonatólogo debe tener muy presente los puntos anteriores antes de estimar si es ético y conveniente dar por terminada una reanimación. En este aspecto es muy importante que el equipo profesional y los padres, debidamente informados, estén de acuerdo que futuras intervenciones médicas serán inútiles y sólo postergarán una muerte inevitable y llena de sufrimiento.

En mi experiencia, la sintonía con los padres se produce ya antes del nacimiento, cuando el neonatólogo es claro al señalar que existen aspectos clínicos del bebé que va a llegar que aún desconocemos y que la situación clínica puede ser mejor o peor que la esperada. Entonces, hay que poner el énfasis en que serán los hallazgos hechos al momento de nacer los que nos inclinarán por una terapia activa o no.

Es clave darse todo el tiempo necesario para entregar una información completa y muy comprensible a los padres. Recién en este momento los papás pueden desempeñar su papel en la determinación de los cuidados que se le brindará a este recién nacido gravemente comprometido.