EL GORDITO

EL GORDITO ES SIMPÁTICO, PERO SI ES OBESO, SEGURO QUE ESTÁ ENFERMO

Las cifras de obesidad infantil en Chile son lapidarias; casi uno de cada cinco  escolares de educación básica la sufre, según últimos datos de la JNAEB. Estos niños lo están pasando mal en el presente y en el futuro estarán mucho peor, con una carga de dolencias osteomusculares invalidantes, diabetes, infarto al miocardio o al cerebro y menoscabo de su vida afectiva, por numerar algunas de las enfermedades que los harán infelices.

Hay que destacar la preocupación por controlar el flagelo por parte de los organismos que tienen que ver con la salud. El problema es que no pueden luchar efectivamente contra los malos empresarios que se lucran fabricando, promoviendo y vendiendo golosinas atiborradas de azúcar, grasa y sal.

¿Y cómo distinguir entre el gordito y un obeso?

Los especialistas tienen varios criterios, que se aplican de acuerdo a la edad de la persona.

Muy conocido es el Índice de Masa Corporal (IMC) diseñado por el genial Jaques Quetelet para las personas entre 18 y 65 años.  El IMC corresponde a la división del peso (en kg) por el doble de la estatura (en mt)  Así, si una joven que se prepara para la PCU y pese a las arrobas de Coca Cola y emparedados con grasa no ha subido mucho de peso – pero tiene un impresionante acné – pesa 65 Kg y mide 165 cm tiene un IMC de 65 / 1.65 x 1.65 = 23.9, un peso ideal. Si la fracción estuviera entre 29 y 32 la muchacha es obesa.

El índice de masa corporal [peso (kg) / talla (m2)] se ha sugerido como un excelente indicador de estado nutricional en mayores de 12 años.  En niños, este criterio no es aplicable debido a la variabilidad de la composición corporal por el proceso de crecimiento.

Cuesta tener un peso ideal ¿Verdad?

Claro que sí, porque a diferencia de la época de nuestras abuelas, en que hacíamos más ejercicio, la comida de hoy tiene un exagerado contenido en azúcar, grasa y sal. ¿Hace cuánto tiempo Ud., comió un plato de garbanzos acompañado de tomates o le envió a su hijo un membrillo como colación escolar…?

La tabla de lo casi inalcanzable

Según la simple fórmula de Jaques Quetelet, de dividir el peso por el cuadrado de la talla el 60% de la población debiera tener un peso ideal, un 10% tendría que ser delgado y otro 10% tener sobrepeso. Anotemos los Índices de IMC de Quetelet.

Teniendo presenta está saludable pero antipática tablita repase en su entorno familiar quienes tendrían un peso normal y quiénes no. Le aseguro que muy pocos coincidirán con el que está  entre 20 a 25.

¿Para qué calcular el IMC?

Los cuarentones que intentan contratar un seguro de vida lo saben muy bien. En la medida que nuestro IMC se aleja del cociente normal, 20 a 25, la prima del seguro sube. Es lógico que el economista piense así, porque el seguro de vida no es otra cosa que un seguro de salud. Es decir, al empresario le interesa asegurarte en la medida que estés sano. Si te enfermas, ya el negocio no es pingue. ¿Cómo predecir en forma simple que tu aspecto, rebosante y rosadito representa realmente una salud mantenida en el tiempo, que valga la pena hacer negocio con ella? Uno de los predictores más sencillos es el IMC de Quetelet. Si es mayor a 25 hay algunos riesgos de enfermar, cuando menos, de artrosis. No hay nada más latoso para un asegurador de salud que atender a un artrósico. ¡Puros gastos! Para qué hablar de un IMC mayor a 33. Es peor que las siete plagas de Egipto; diabetes, enfermedad coronaria y colesterol malo de partida. Sin contar con toda la pena que experimenta el rechoncho por no poder desarrollar su vida en plenitud, que lo hará gastar fortunas en psiquiatras y gimnasios.
En el otro extremo, también un IMC bajo 17 alerta a los ilusionistas de las aseguradoras y no hacen trato con el eventual cliente, porque la persona puede tener una enfermedad tan grave como la celíaca o una enfermedad del comportamiento, como la anorexia nerviosa.

Evaluación del estado nutricional en el niño

Ya señalamos que el IMC no se aplica en el menor de 12 años. Para los niños se usa la antropometría nutricional. Fundamentalmente el Peso; Talla o Estatura; Relación Peso / Talla; Perímetro Cefálico e innumerables otros indicadores menos conocidos.
El valor que se obtiene con cualquiera de estos indicadores se relaciona con la edad del chico y se coteja con un gráfico estandarizado que señala para cada edad los percentiles 10, 25, 50, 75 y extremos. Si el niño está entre los percentiles 25 y 75 se puede afirmar que tiene un buen estado nutritivo, porque corresponde a +/- 1 desviación estándar, sobre todo si la relación talla/edad es de 50% o muy cercana a ella. En Chile y en muchos países del mundo, esta simplificación toma como gráfico maestro las tablas que para estos efectos diseñó el Buró de Salud Pública de Estados Unidos, lo que significaría que todos los niños nutricionalmente normales del globo debieran pesar y medir lo mismo que los niños de Norte América.  Esta afirmación parece ser válida durante los dos primeros años de vida del lactante, en que el infante sano crece bastante uniformemente ya sea que viva en Punta Arenas, Arica, Isla de Pascua o Tailandia, sobre todo si se ha alimentado con leche de su madre en forma exclusiva y abundante durante los seis primeros meses de vida. Pasados los dos años, empieza a tener importancia la antropometría de los padres, de modo que el hijo de un inmigrante ruso muchas veces es más grande que el hijo de un inmigrante palestino, pudiendo ser ambos completamente normales.

Como el niño tiene un organismo en desarrollo, es muy importante analizar los valores obtenidos durante un tiempo que no debe ser menor a 4 meses. Solo así se sabrá si el niño se escapa de su canal de crecimiento normal y si se está volviendo obeso o desnutrido.

¿Talla o estatura?

Se habla de talla cuando se mide a un niño que aún no camina, usando un  infantómetro, con el niño acostado en decúbito supino. Para el caso de los niños mayorcitos, que deambulan perfectamente bien y son obedientes, se determina la estatura, con la técnica que todos conocemos.

Es importante recordar que en el niño menor de dos años, cualquier indicador que se emplee, nos habla sobre el crecimiento del infante. Es decir, sobre lo físico. No nos señala nada sobre el desarrollo o adquisición de habilidades psicomotrices.

Riesgo de obesidad

El principal problema de salud pública en este aspecto es la obesidad del niño, que mañana será un adulto nutricionalmente mórbido. Ya dijimos que en muchos establecimientos de Chile existe un escolar de cada cinco que es obeso y uno de cada tres tiene sobre peso. También señalamos la responsabilidad de los malos chilenos que se lucran fabricando, promoviendo y vendiendo menjunjes o bebidas fabricadas con un exceso de azúcar, grasa y/o sal.

La autoridad recién empieza a reaccionar: ya se han dictado tímidas disposiciones que regulan la publicidad de estas pócimas; también se quiere penar la aparición en TV de artistas con aspecto atlético que dicen que se alimentan con estas impurezas, cuando es un secreto a voces la noticia de que son vegetarianos.

Otro esfuerzo muy importante lo está haciendo la JNAEB y algunas ONG que proporcionan desayunos en base a lácteos semidesgrasados, cereales y frutas y almuerzos ricos en pescados, legumbres y verduras en jardines infantiles y escuelas.

Sin embargo, falta aún mucho. Por ejemplo educar a los padres a enviar a sus hijos al colegio con un membrillo o una hallulla de pan integral con quesillo, como colación; no dar ellos el mal ejemplo de preparar un coctel para sus amigos con cecinas chorreantes de aceite. Pensando positivamente, hay que buscar mecanismos para incentivar a las familias a  preparar riquísimos pescados dominicales a las brasas, en vez de carnes rojas que, además de tener mucho colesterol malo, provienen de vacunos que han sufrido el tormento atroz de alcanzar el peso para faenarlos a punta de hormonas, inmovilizados e ingiriendo harinas animales en vez de forraje.

El otro campo inmenso en posibilidades para ayudar a controlar los índices de obesidad chilenos que amenazan en convertirse en los más altos del mundo, está en la lucha contra el sedentarismo. Más bicicletas y menos horas frente al computador debiera ser la consigna. Me correspondió ver en Holanda a señoras y señores muy elegantes y ocupados acudir tranquilamente a sus trabajos en bicicleta, premunidos de un casco funcional y nada de feo.  Es verdad que allí la urbanización favorece el ciclismo, pero aquí, con cuidado, también se puede llegar a cualquier parte pedaleando. Pero, ¿Qué autoridad se atrevería a hacerlo regularmente sin sentirse apabullado por las burlas? Tal vez sea eso lo que llaman nuestro  subdesarrollo cultural…