LA HORA DEL JARDÍN Y LA ESCUELA

Muchos padres sienten un justificado desasosiego a la hora de llevar a su hijo al jardín o a primeros años básicos, ahora en marzo. 

Este verdadero temor nace ya al enfrentarse con el duro mundo laboral que obliga a la madre a volver al trabajo con pocos meses de post natal, haciendo muy difícil conciliar familia con delegar el cuidado de su hijo a terceros en quien ella pueda confiar plenamente. Ahí está la raíz de todas las angustias que de una u otra forma perseguirán a los padres mientras los niños sean estudiantes. 

Repitámoslo desde ya, esta preocupación sobrepasa con creces el período de la sala cuna y se proyecta muy fuerte hasta los primeros años de la educación básica. Busquemos en nuestra propia biografía. 

Como si fuese poco, durante los primeros años los padres deben hacerse cargo de que los niños tendrán más enfermedades que si hubieran permanecido en casa. 

El ingreso cada vez más precoz del hijo (a) a sala cuna, jardines de horario extendido o escuelas infantiles no es una decisión querida por ninguna pareja.  Optan por ella porque no hay otra alternativa.

A esta justificadísima inquietud, la literatura especializada no ha encontrado mejor nombre que llamarla consecuencias de la escolarización ampliada, que empezaría ya al año. 

Como este conflicto tiene señales particularmente angustiantes para la dupla padres/hijo en marzo, cuando abruptamente se terminan las vacaciones familiares y los niños deben volver al colegio, es conveniente comentar algunas herramientas, que les servirán de guía. 

Si bien cada familia es diferente y cada niño (a) recordará para siempre su primer día de clases, hay ciertas pautas comunes, que paso a comentar:

a) No transitar abruptamente de las vacaciones al  primer día de colegio.  Se recomienda volver a casa unos cuatro días antes del “próximo lunes a las 8 AM”.  Así  se facilita la fase anticipatoria que permite adaptarse mejor a una rutina muy diferente a la que tuvimos en vacaciones.  Esto también es muy válido para los adultos con respecto a su propia vida laboral.    

b) Tratar de que el primer día de clases no sea un mega evento.  Ser discretos con las fotos.  Invitar cuando mucho a los abuelos o alguien significativo para el niño, viviendo este día con alegría y serenidad.  Nada más. 

c) En la compra de la ropa y útiles escolares, el niño es el actor principal.  Tratar de que escoja él. Con ello, en primer lugar, nos aseguramos de que el niño sea el sujeto de la compra y no meramente alguien pasivo, que no tuvo oportunidad de escoger. 

d) Entender las emociones de los niños, para lo cual hay que abrir espacios para conversar, siendo el tiempo más propicio los tres a 4 días previos a que ya nos referimos.  La conversación es un diálogo en paridad sobre un número acotado de puntos. Hay que abrir espacios comunes, contándoles a sus hijos cómo fueron nuestros primeros días de jardín infantil o el ingreso a primero básico. Este simple recordatorio pondrá la conversación en un plano de riquísima igualdad. Hay que conseguir que el niño se sienta acompañado por sus padres. En estos tres a cuatro días de cónclave pueden aflorar situaciones angustiantes que le ocurrieron al niño el año anterior, cómo maltrato.  También hay que estar muy atentos a la aparición de alguna somatización, como dolor de abdominal, de cabeza u otro, que no tenga explicación física.  Esto puede indicar una tremenda ansiedad en el niño, que los padres deben conocer y ayudar a resolver, diseñando los procedimientos que tomarán para que esto no vuelva a suceder. A veces los propios chicos señalan soluciones bastante factibles, que hay que aprovecharlas. 

¡Les deseo a los niños el mejor reingreso a clases!