LAS MANÍAS EN LA INFANCIA
Las manías en la niñez con sus dos componentes, la obsesión y la compulsión, que pueden llegar a invalidar a un niño si se mantienen durante años.
Por ello hay que prestar atención ya a los primeros síntomas en el niño y brindarle un tratamiento multidisciplinario y estrategias de comportamiento para que pueda llevar una vida feliz.
La obsesión es la idea fija a ratos más potente y que por poco tiempo se olvida, para volver con más fuerza a lo mismo. La compulsión es la materialización de la anterior, es una acción o conducta que no se puede evitar. El niño no nos muestra su obsesión que lo perturba tanto, solo vemos lo externo, por ejemplo, la tendencia a ordenar los lápices según su estricto tamaño; o dejar su mochila siempre en un lugar exacto o limpiar repetidamente el mantel dónde almorzará y muchos otros ejemplos.
Esto síntomas se pueden repetir decenas de veces al día. La unión de estos dos elementos es lo que se llama TOC, o trastorno obsesivo compulsivo.
Los “signos de alarma” del TOC empiezan a aparecer en la niñez, desde los 3 años en adelante, pero algunas veces se retarda hasta la adolescencia o en edades mayores. Estos signos pueden tener mayor complejidad, cuanto mayor es el niño.
Por esto cuando conversamos con la madre u observamos el comportamiento del niño o joven antes de examinarlo, hay que fijarse en:
1) Preocupación por el aseo y por lavarse las manos muchas veces.
2) Necesidad de que las cosas estén ordenadas y absolutamente alineadas.
3) Temor a perder el control sobre pensamientos y reacciones agresivas que puedan significar daño para otras personas y para él mismo.
La gravedad y complejidad de los síntomas es variable. Esto se traduce en niños con TOCs de expresión única, que se repite muy pocas veces al día, que no afecta la relación familiar o escolar y suele causar simpatía. En la vereda opuesta están los pacientes con TOCs repetidos cientos de veces al día, que afectan gravemente la vida relacional.
La conversación con los padres y el niño durante la entrevista médica debe orientarse a conocer la edad en que aparecen los primeros síntomas, si hay armonía y buenos cuidados para el niño en la familia y descartar el bullying escolar.
El tratamiento del TOC es multidisciplinario. Muchos profesionales deben ayudar al niño, unidos por un enfoque compartido de cada caso.
Los pilares básicos del tratamiento contemplan:
1) La anamnesis o conversación que está orientada a buscar situaciones reiteradas que originan temor o riesgo de agresión ya sea en el colegio o en casa y sensación de falta de cariño familiar, u otra situación angustiante en el hogar.
No se puede avanzar en el tratamiento de un TOC si no se resuelven los problemas desencadenantes.
2) La psicoterapia que propenda al diálogo o conversación con el paciente, que lo ayude a reconocer formas dañinas o falsas de pensar, a fin de que puedan ver y responder con mayor claridad a situaciones desafiantes. Este tipo de terapia ayuda a las personas a aprender a cuestionar los pensamientos negativos, a determinar cómo afectan sus sentimientos y acciones y a cambiar patrones de comportamiento contraproducentes. Por cierto, se trata de una terapia personalizada más que grupal.
3) Medicamentos de la gama de los “elevadores del ánimo”, siempre que se indiquen en consonancia con los otros dos pilares.