EL LACTANTE YA COME PESCADO
Los europeos y orientales que ingieren desde la infancia abundante cantidad de pescado tienen una vida más sana y son más longevos que nosotros, los chilenos. No se debe sólo a los beneficios de la dieta rica en pescados, sino a todo lo bueno que encierra la alimentación mediterránea, como verduras, aceite de oliva, legumbres, quesos magros y abundantes frutas. También hay que considerar que los europeos y orientales hacen algo más; desechan como dañino el exceso de carnes rojas y tienen un rechazo ancestral a las frituras, las grasas industriales, el azúcar y la sal.
Prácticamente cualquier pescado le viene bien a una cocina saludable y a la dieta de los que quieren bajar de peso. Los peces de carne más blanca, “magros” tienen apenas 70 u 80 calorías por 100 gr y unos 60 mg de colesterol por trocito “fileteado”. En cambio 100 g de lomo veteado (1 bistequito del porte de dos cajas de fósforos) tiene unas 150 calorías y sobre 90 mg. de colesterol. Pero esto es sólo una parte de los beneficios; el pescado tiene muchísimas otras ventajas sobre las carnes rojas. Por ejemplo, es riquísimo en grasas poli insaturadas, que ayudarán a que el organismo humano no asimile tantas grasas saturadas y produzca las lipoproteínas LDL y VLDL, que tienen acción contraria sobre la producción de colesterol y de las grasas dañinas para las arterias, cuando llegamos a adulto.
Nuestra visión sobre la ingesta del pescado es llegar a hacerla sinónimo de alimento saludable y necesario ya en el lactante. Los pescados blancos pueden ser incorporados perfectamente a los 6 a 7 meses de edad.
Parece increíble que Chile con más de 4.200 Km de costa y donde todas las ciudades grandes están a menos de 80 Km del mar, prácticamente el lactante no coma pescado.
Esta aberración, que queda en la impronta psicológica del niño recién destetado, lejos de disiparse se va acentuando con los años. Como el pescado fresco se conserva menos y es más caro que las aves y muchas carnes rojas, nadie lo prefiere. Ni la mamá que hace estirar sus pesitos para comprar los ingredientes de la sopa-puré, ni la encargada del economato de la sala cuna o jardín infantil, ni la nutricionista de los casinos escolares. Así, el niño chileno pasa su infancia y adolescencia, llegando a los 18 años sin, casi, haber comido pescado.
Incorporación del pescado
Este noble alimento puede incorporarse ya a 6 meses, cuando en lactante por alguna lamentable razón no se amamanta de su madre o tiene una alimentación láctea en que las mamadas se suplementan con fórmula en mamaderas. En estas condiciones su puede dar una sopa con pescado ya al 2º semestre de vida, pudiendo recibir pescado una vez a la semana ya a los seis meses. A los 9 meses, p2ueden ser dos veces semanales. Aparte de que a los lactantes les gusta mucho la sopa con pescado, lo digieren muy bien ya que no tiene grasa, si se le compara con la carne roja.
Las famosas “alergias al pecado” son, muchas veces, un mito que contribuye a alimentar la comodidad de muchos, para evitar ingeniárselas en conseguir pescados frescos a buen precio.
Puede suceder que una espina le juegue una mala pasada al niño. Desde este punto de vista, la solución efectiva esta en la vista y las manos de la madre o persona que prepara la sopa puré; debe examinar con cuidado el trocito de pescado, para asegurarse que no tenga espinas.
Los pescados más adecuados
De inicio recomiendo la merluza, el lenguado, el congrio negro y la reineta, que por su carácter magro son de más fácil digestión. En niños mayores de 1 año ya pueden incorporarse los pescados azules, con mucho omega 3, muy benéfica, pero un poco indigesta para el lactantito pequeño. Estos pescados se ven más oscuros cuando son eviscerados, adquiriendo su carne fresca un color azulado o rojizo. Son muy abundantes en las pescaderías chilenas. Los más aconsejables nos parecen los siguientes: corvina, congrio colorado, salmón, atún, bacalao, tollo, pejerreyes y tantos otros, como la económica sardina enlatada.
Es cierto que los pescados no siempre se consiguen frescos, por lo que muchas mamás deben recurrir al congelado, que obtienen en supermercados. Desde el punto de vista nutritivo e higiénico cumplen muy adecuadamente con los estándares de calidad y son una muy buena alternativa para cumplir con una frecuencia de consumo como la recomendada.
Mamitas, acostúmbrense a ir al terminal pesquero o a los mercados municipales y háganse “caseras” en un puesto. Allí no las engañarán y les venderán lo mejor a un precio justo. Si tienen freezer en el hogar, lleven porciones perfectamente individualizadas para 1 mes. Y ¡Ah!, Aprovechen de comprar unos locos maltones o unas lengüitas de erizos, que las preparan ese domingo junto a sus maridos. Lo pasarán muy bien y no habrán gastado mucho dinero.
La sopita puré de pescado
Pocas cosas gratifican más la relación médico paciente, que el intercambio de ideas con la mamá y la abuela, sobre como hacerle la mejor sopita puré al niño. Le decimos así, porque no debe quedar tan líquida como una sopa y ni tan espesa como el puré. También se le llama sopa mixta, cuando se coloca el énfasis en que lleva un alimento de alto valor proteico, en este caso el pescado, junto a las verduras y el arroz.
Esta sopa no es otra cosa que una “carbonada”, que en vez de llevar posta negra, lleva unos 50 gr. de pescado. El volumen de la sopa es el equivalente al de una mamadera a esa edad. Esto es, unos 170 a 180 ml. que se dan con cuchara alrededor de las 11 AM. Hacia el año ya hay que prepararle un plato de 200 a 225 ml, con una presa de 100 g.
Hemos visto con el doctor Fernando, que para muchas mamás que trabajan, perfectamente se puede incorporar la sopa puré en la tarde, como a las 19 o 20 horas cuando regresan a casa, en vez de hacerlo en el horario clásico de las 11 de la mañana, porque a esa hora la madre no está en el hogar.
Ximena Sepúlveda V., nutricionista