EL CONTROL DE ESFÍNTERES
El control de esfínteres corresponde al proceso de aprendizaje de los hábitos de la micción y eliminación de heces, que se logra entre los dos y medio a tres años. Muchas veces se dominará primero al esfínter anal y luego el control de la vejiga.
La toma del control para hacer las necesidades es algo más que dejar los pañales. Es un proceso cultural complejo que está lleno de idas y vueltas, siendo muy importante el apoyo emocional que se le brinda al niño, ya que la apropiación de las reglas de comportamiento del medio en que nos hemos criado y se educado necesitan del cariño de los padres. Asimismo la adquisición retrasa esta adquisición.
Este proceso se domina paulatinamente. Previo a ello el niño tiene memoria de otros éxitos como dejar el chupete y la mamadera. Paralelamente, ha ido adquiriendo la noción del esquema corporal básico, otras habilidades motrices como agacharse; girar; saltar; bajarse y subirse la ropa y un lenguaje comunicacional que le permita darse a entender.
Esta adquisición es muy importante en la socialización, porque se aprende a eliminar las excretas en un tiempo y un lugar socialmente adecuados.
Ordinariamente 1ero se dejan los pañales en el día y luego de algunas semanas en la noche, sin necesidad de ser entrenados. No se ha demostrado que aquellas guarderías infantiles que tienen un programa de entrenamiento específico para aprender a ir al baño, logren la adquisición antes. Asimismo, no es aconsejable despertarlos de noche. A lo más, llevarlos al baño después de cenar y antes de acostarse. También hay que destacar que los niños pueden experimentar retrocesos transitorios hasta los seis años, especialmente si existe algún impacto emocional o afectivo. Recordemos que las nenas suelen controlar los esfínteres más precozmente que los varones.
Existen algunos hitos o etapas que indican que la adquisición está próxima y que luego vendrá un importante ahorro familiar porque ya no habrá necesidad de comprar pañales. Así, son premonitorios, ensuciarse y luego avisar e informar que están evacuando al tiempo que dicen que quieren ir al baño. No hay que sacar cuentas alegres con estos avisos. Es necesario tener paciencia y no desesperarse. Igualmente, es muy, pero muy importante, recordar que una vez que dejan el pañal, no se les puede confundir, como por ejemplo volver a éste un día y otro no, en función de que el niño va a salir o por otra necesidad social.
Debemos preocuparnos por el control de esfínteres en las siguientes situaciones:
a) Cuando un niño que ya controlaba sus esfínteres vuelve a ensuciar la ropa
b) Si existe alguna anormalidad al examen físico en la región lumbosacra o genital externa
c) En caso de que el pequeño aún moje o manche la ropa interior después del 5° año de vida.
Si a los seis años el niño todavía carece del control, puede tratarse de un retraso madurativo, una regresión, una enuresis o una encopresis según si el déficit sea vesical o anal.
El retraso madurativo puede estar en el contexto de una tardanza en adquirir otros logros, como hablar con cierta fluidez. En la regresión, el niño vuelve atrás como consecuencia de algún conflicto emocional, que basta con que sea grave para la perspectiva del pequeño.
La enuresis es la persistencia de micciones incontroladas más allá del plazo bastante generoso de cinco años Es comúnmente nocturna y habitualmente primaria. Esto significa que el niño nunca ha llegado a controlar la orina. Se trata de un cuadro muy angustiante cuando el muchacho que aún no ha logrado superar esta dificultad tiene que asistir al colegio o dormir en casa de amiguitos. La enuresis nocturna suele incluirse entre las parasomnias, junto a los terrores nocturnos y el sonambulismo. Afortunadamente en los últimos años se ha logrado mayor claridad diagnóstica y disponemos de tratamientos muy efectivos.
La encopresis o incontinencia fecal es la incapacidad de controlar las evacuaciones del intestino, de manera que se produce un escape involuntario de heces en momentos inesperados. En el escolar, esta dramática molestia, fuente inagotable de apodos peyorativos, se relaciona frecuentemente con la constipación crónica, de manera que el niño obra por rebalse. Si la entrevista médica la realizamos con calma, la mayoría de las veces se puede tener claridad en su etiología y establecer un tratamiento exitoso.